En los últimos días, se ha hablado mucho sobre los decomisos de huevos bolivianos en territorio chileno. Mientras en Chile se reporta la incautación de más de un millón de unidades en el primer semestre del año, en Bolivia solo se decomisaron 182 mil en el mismo periodo. Esta disparidad evidencia un problema de fondo: la ineficiencia estructural en el control del contrabando.
Pero más allá de los números, es necesario dejar algo claro: el contrabando, venga de donde venga, es un delito. No puede ser minimizado, justificado ni visto como una salida económica ante las dificultades del país. Como productores, rechazamos toda forma de comercio ilegal, porque distorsiona los mercados, afecta la institucionalidad y vulnera los esfuerzos de quienes producimos legalmente.
Los huevos bolivianos, como otros productos agropecuarios, tienen ventajas comparativas: buena calidad, precios competitivos y capacidad de respuesta. Sin embargo, el camino para aprovechar estas ventajas no es la informalidad, sino la apertura de mercados bajo normas claras, acuerdos sanitarios y exportaciones legales que beneficien a toda la cadena productiva.
El fenómeno actual también tiene un trasfondo económico: el precio del huevo en Bolivia es el más bajo de la región, lo que incentiva la salida ilegal hacia mercados vecinos. A esto se suma la inflación, la escasez de diésel, y una mayor demanda en las fronteras. Si a todo esto agregamos una débil institucionalidad para controlar las fronteras, tenemos un cóctel perfecto para que el contrabando florezca.
Como sector, creemos que Bolivia tiene el potencial para convertirse en un exportador responsable de huevos, como ya lo ha hecho con la carne de res y está empezando a hacerlo con carne de pollo. Para ello, es clave consolidar acuerdos sanitarios, mejorar la competitividad y garantizar el abastecimiento interno.
Reiteramos: ningún beneficio aparente justifica una práctica ilegal. El contrabando no debe celebrarse ni tolerarse, porque atenta contra el país que todos queremos construir. Apostemos por el camino correcto: más producción, más exportaciones, más legalidad.
Fuente: Enzo Landívar