Lo dije antes y es lamentable tener que repetirlo, pero la manía de bloquear en el país no se detiene -es triste decirlo, pero se bloquea por todo y por nada- el derecho a la protesta, en la práctica, se ha desnaturalizado, se ha prostituido el concepto, porque ahora se habla del “derecho a bloquear” en abierta afrenta a la Ley, gracias a la permisividad que prohíja el avance de la cultura del bloqueo.
Es preocupante, además, que Santa Cruz, el Departamento de mayor peso económico en Bolivia, sea el epicentro de los conflictos con demandas de lo más variadas: dotación de tierras fiscales; mayor presupuesto para educación; conflicto de límites; asfaltado de carreteras; anulación de concesiones mineras; ítems para maestros; justicia para víctimas de avasallamiento, entre muchas más.
Todo bloqueo conlleva impactos de diferente índole, entre ellos, la pérdida de imagen y credibilidad del país en el exterior, de ahí que se pueda explicar por qué no ejercemos el rol histórico para la integración física, al estar ubicados en el centro de Sudamérica, cuando debimos ser paso obligado para el comercio entre el Pacífico y el Atlántico. La respuesta es que, en lugar de convertirnos en un país de integración, el no poner coto a los bloqueos nos convierte en un “país tapón”, de ahí que no debería extrañar que ahora mismo se esté construyendo un corredor interoceánico -al Sur del país- sin considerar al nuestro.
Sin embargo, hay otros impactos de corto plazo que deben llamar a la reflexión y a la acción, especialmente cuando lo que más precisa Bolivia es, generar divisas por exportación, contra lo cual complotan los bloqueadores.
Las ventas externas del país entre enero y julio del 2023 cayeron 24% en valor y 20% en volumen, dentro de las cuales, las Exportaciones No Tradicionales han sido las que más han caído -32% en valor y 22% en volumen- muchas de las cuales tienen como principal modo de transporte, el carretero, severamente interrumpido por los insufribles bloqueos que afectan principalmente al rubro agrícola/agroindustrial y forestal/maderero, paradójicamente, los sectores que más fuentes de empleo y divisas generan para el país.
Como si no fuera suficiente la baja de los precios internacionales, la subida de las tasas de interés, el encarecimiento del dólar, los altos costos de la logística y el transporte que sufrimos como un país geográficamente enclaustrado… ¡el “cherry sobre la torta” lo tenían que poner los bloqueadores! Y, no lo dice precisamente la parte interesada…
El Instituto Nacional de Estadística (INE), en su último Informe del pasado mes, tituló “Contexto Internacional y bloqueo de carreteras afectan el resultado de la balanza comercial a julio de 2023”, dando cuenta que el balance entre lo exportado e importado en el ámbito de bienes arrojó un déficit de 95 millones de dólares, cuando en similar lapso del 2022 se había logrado 2.200 millones de dólares de superávit. Para el INE, “el comportamiento del comercio exterior boliviano a julio está fuertemente ligado al contexto internacional, como la guerra entre Rusia y Ucrania; y a nivel nacional, a los conflictos sociales que derivaron en el bloqueo de carreteras, los cuales generaron un déficit de $us95 millones en el intercambio comercial con los principales socios” (sic). Por tanto, bloquear es tirarse un tiro al pie, lo dice una entidad oficial del gobierno, ni más ni menos.
En línea con ello, igual preocupación fue hecha pública por parte de la Cámara Forestal de Bolivia (CFB), la Confederación Agropecuaria Nacional (CONFEAGRO) y la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (CANEB), a nombre de sus asociados injustamente perjudicados por causa de los bloqueos.
¡Cuánto daño hacen al país los bloqueadores, afectando a los agentes económicos de sectores estratégicos como el agropecuario, que nos brinda alimentos y, el exportador, que genera divisas para la estabilidad de la moneda y la economía!
¡Cuánto daño se hace principalmente a las micro, pequeñas y medianas unidades productivas que al final del día son las que más sufren porque no tienen la espalda financiera suficiente para afrontar la vicisitud de no poder generar ingresos, debiendo afrontar gastos!
¡Cuánto daño se hace al ciudadano común, por el encarecimiento de los productos que no llegan a tiempo al mercado, pero, también, por la pérdida de ingresos, cuando no pueden realizar con normalidad su trabajo!
Marcelo Cruz, presidente de la Asociación de Transporte Internacional (ASOCIATRIN), lamentó en una entrevista televisiva que la Policía no cumpla con la función constitucional de garantizar la libre transitabilidad, la seguridad en las carreteras, los caminos y las poblaciones. Añadió: “Nosotros, si salimos a bloquear, tenga por seguro que a la media hora nos intervienen, nos gasifican, nos encarcelan y nos procesan”. Finalizó con esta reflexión: “No hay dólares, nosotros lo estamos viendo, industrias que están cerrando, empresas que están cerrando. ¿Y quién va a responder por toda esa situación…?”
Por Gary Rodríguez Álvarez, Economista y Magíster en Comercio Internacional