El agro alerta que unos 3 millones de hectáreas de cultivo están en riesgo por falta del combustible. Un sector del transporte indica que en los centros de carguío internacionales no despachan el carburante porque YPFB no honra los pagos.
Las filas de camiones, buses y micros en los surtidores de la ciudad de Santa Cruz continuaban hasta anoche, debido al irregular suministro de diésel que sumó su quinto día consecutivo. EL DEBER recorrió varios surtidores de la zona Norte y Este de la urbe y pudo evidenciar que en algunos el carburante se había acabado hacía 24 horas y, en otros, los camiones cisternas habían llevado la mitad de su capacidad; es decir, entre 10.000 y 15.000 litros, que se vendieron a las pocas horas.
Ante este escenario y tras tres días en los que YPFB aseguraba que la oferta de diésel era normal y que la sobredemanda (un consumo excesivo al habitual) era la causa de las filas de camiones, el ministro de Hidrocarburos, Franklin Molina, se trasladó a Santa Cruz para reunirse con algunos sectores productivos y en conferencia de prensa reconoció “algunas dificultades” con algunos proveedores, pero que ya se habían subsanado. “Se garantiza el combustible para los sectores productivos. Las colas no tienen razón de ser”, dijo, a la vez que mencionó que son alrededor de 12 las empresas proveedoras y que con algunas se tuvo “ciertas diferencias”.
Choferes del transporte pesado indicaron que la escasez es más aguda en Cochabamba, ciudad de tránsito de la carga boliviana desde y hacia los puertos del Atlántico y del Pacífico. De acuerdo con datos oficiales, en Bolivia se consume un promedio de 6,18 millones de litros diarios.
Sobre el tema, el presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), José Luis Farah, advirtió que el sector se encuentra “muy preocupado” por la situación, ya que se pone en riesgo la cosecha de invierno de soya y la finalización de la zafra cañera. “Y estamos en puertas de la mayor siembra del país, que es la campaña de verano, cuando se cultivan alrededor de tres millones de hectáreas y, si llega a escasear el diésel, en algún momento vamos a estar con percances, en el futuro, con el tema de (la producción) de los alimentos”, apuntó el dirigente, a tiempo de mencionar que desde YPFB anunciaron una pronta solución al apremio.
Para el Sindicato de Choferes Asalariados Mixto Internacional y Nacional (Sidcamin) la irregularidad se debe a que en los centros de carguío como los ubicados en Brasil, Argentina y Paraguay, se niegan a llenar las cisternas porque YPFB estaría adeudando ciertos montos por las ventas. “El problema es de siempre, hoy (por ayer) hemos estado esperando que ‘Yacimientos’ (YPFB) pague. Su gobierno no paga, siempre nos echan en cara, eso dicen todo el tiempo, ese es el motivo real”, dijo Yony Durán, miembro del Directorio del sindicato.
En tal sentido, indicó que del único país de donde se están despachando cisternas es de Paraguay, de las instalaciones de Petropar en Asunción. Según Durán, hasta el jueves tienen que salir para Bolivia 200 camiones, cada uno con 35 mil litros, los cuales llegarían el domingo a Santa Cruz. “O sea que va a seguir la escasez (de diésel) todavía, eso le aseguro cien por ciento”, agregó.
Otro de los problemas que identificó Durán fue la adjudicación de un cupo de combustible a una empresa de propiedad de un ciudadano chino, que no cuenta con tanques para almacenar carburantes ni en Argentina ni en Paraguay. “No sabe dónde meter su producto y todo mundo está estancado esperando esa carga. Tampoco no le quieren alquilar”, apuntó.
El dirigente agregó que en Argentina otros 500 camiones esperaban cargar diésel y en Perú unos 400. Los que esperaban en Puerto Ladario en Corumbá (Brasil) se retiraron al conocer que no se les cargaría el líquido.
Peregrinación
Cristian Choque, un chofer de tráiler llegó desde San Ignacio de Velasco con la esperanza de encontrar diésel en el surtidor Biopetrol del séptimo anillo de la carretera al norte. Estaba nervioso porque el cargamento que tenía que llevar hasta un puerto chileno consistía en carne de exportación para el mercado chino. “Estamos realmente perjudicados, mi carga tiene que llegar hasta Chile y el diésel del motor refrigerante se está por acabar”, lamentó.
Más atrás, un conductor de microbús también esperaba en la fila, resignado de perder un día de trabajo. “Estoy aquí desde las 6 de la mañana. Nos dijeron (en el surtidor) que volvamos mañana nomás, pero ahora me dicen que habrá para mediodía”, expresó.
En el surtidor Los Mangales, en el cuarto anillo, zona Este de la ciudad, llegó una cisterna con 15 mil litros, pero los administradores indicaron que eso se vende en pocas horas. En el lugar, Ronald Carrillo, chofer de un camión mediano, dijo que peregrinó dos días por los surtidores de la ciudad, lo que le produjo una pérdida de Bs 1.500 diarios, puesto que debía estar en Tarija entregando un auto. “Tengo dos bidones más que llenar porque parece que en el camino no hay diésel”, acotó.
ANÁLISIS
Álvaro Ríos, analista energético
Este año tenemos que gestionar seis millones de dólares por día para importar diésel y gasolina. El próximo año vamos a comenzar a importar GLP. Nuestras proyecciones al 2029-2030 indican que, si no hacemos nada, vamos a estar importando 5.500 millones de dólares al año con un barril de petróleo de 80 dólares.
En esta línea, creo hay algunas soluciones de corto plazo. Una de ellas es ver la posibilidad de que el sector privado pueda importar gasolina y diésel, aunque tengamos un precio internacional diferenciado. Esto va a ser un alivio para el Estado.
Segundo, hay que ver cómo levantamos el subsidio a la gasolina. Antes se hablaba de gasolinazo, pero ahora la palabra ya no es esa, porque la mayoría de nuestros vehículos de transporte público funcionan a gas natural.
La situación del diésel es mucho más compleja porque es un energético sensible socialmente, si sube o tenemos algún problema con el abastecimiento, se derrumba la cadena de abastecimiento y la economía se daña. Se debería emular lo que se ha hecho con el etanol, pero en vez que el Estado empresario lo haga, dejaría que el sector privado instale plantas de biodiésel de ciertas cosechas que no atenten contra la seguridad alimentaria.
Fuente: El Deber