Aunque se creía que La Niña, sinónimo de bajas temperaturas, podía instalarse en este invierno, la realidad es que su llegada continúa con un amplio retraso. Las últimas actualizaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) muestran que este fenómeno solo tiene un 40% de probabilidad de llegar en la estación invernal. Y es que las temperaturas del Océano Pacífico Ecuatorial todavía no se han enfriado lo suficiente como para que este fenómeno meteorológico se establezca en su totalidad, al menos durante estos meses e incida en la atmósfera con una baja de las temperaturas.
La última versión de la NOAA indica que La Niña tiene un 70 % de probabilidad de desarrollarse en agosto, septiembre y octubre, si el océano realmente comienza a enfriarse y se dan las condiciones para su llegada.
Además, el Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago de Chile confirmó que efectivamente el enfriamiento del Océano Pacífico se desaceleró, disminuyendo las probabilidades de que el evento La Niña comience durante el invierno. Esta situación descarta que el frío se agudice en lo que resta de la estación, es decir, hasta el 21 de septiembre. Es más, incluso nos atrevemos a vaticinar que la temperatura histórica que se registró el pasado viernes 12 de julio no será superada.
Lo que tiende a agravarse, incluso a prolongarse, son la sequía y los incendios forestales, eventos que se anticiparon por lo menos 30 días, es decir, en junio, comparado con el 2023. Esto fue causado inicialmente por las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones, efecto de El Niño que estuvo vigente desde el 4 de julio del año pasado hasta el 31 de marzo de 2024
Complementado por la insuficiencia de lluvias durante el otoño, además del excesivo y prolongado frío con nevadas en los Valles y heladas en Cordillera en lo que va de este invierno, prácticamente seco sobre todo en la Chiquitania, propiciando condiciones extremas de falta de agua, insuficientes alimentos para el sector pecuario, así como la acumulación del combustible verde o vegetal, derivando vías de incrementos de los siniestros que vienen mermando hasta la fecha nuestra riqueza natural en esta gestión con la quema de más de 155 mil hectáreas de bosques y pastizales.
Cabe destacar que en la campaña de verano y preliminarmente en la de invierno de 2024, se está dejando de producir 2,3 millones de toneladas, estimadas en 600 millones de dólares que no circularán en la economía, provenientes de los cultivos de soya, maíz, sorgo, girasol, trigo y chía.
Fuente: Luis Alberto Alpire, Agrometeorólogo