En medio de una economía debilitada, el gobierno ha decidido restringir las exportaciones de carne, una medida que no solo afecta a los productores, sino que también pone en riesgo la seguridad alimentaria del país. Esta decisión, lejos de solucionar los problemas internos, amenaza con repetir los errores del pasado, como ocurrió con el maíz y el arroz, sectores que pasaron de ser autosuficientes a depender de importaciones y contrabando.
El impacto de una política errática
Bolivia produjo 348 mil toneladas de carne el año pasado, de las cuales solo el 12% se destinó a la exportación, desmintiendo la narrativa gubernamental de que esta es la causa del desabastecimiento.
Asimismo, el 2024 se exportó carne por más de $us 220 millones, récord histórico ya que el sector ganadero en el país de 75 mil productores, el 90% son pequeños y medianos; solo el 10% disponen de más de 800 cabezas de ganado. En realidad, el problema radica en la falta de incentivos al sector productivo y en la ausencia de políticas que fortalezcan la cadena de distribución interna.
Además, la restricción de exportaciones agrava la ya crítica escasez de dólares, golpeando a un sector que genera divisas y empleo. Mientras tanto, el contrabando de carne sigue creciendo sin un control efectivo por parte del Estado, demostrando una gestión ineficiente y contradictoria.
¿Hacia una crisis alimentaria?
Si esta política restrictiva persiste, Bolivia corre el riesgo de enfrentar una crisis de abastecimiento similar a la de otros productos básicos. La incertidumbre, los costos operativos elevados y la falta de incentivos están desmotivando a los productores, lo que puede traducirse en menor producción y pérdida de empleos.
Es hora de que el gobierno rectifique. En lugar de medidas populistas y cortoplacistas, se necesita una estrategia que garantice estabilidad, inversión y acceso a mercados. Bolivia no puede seguir dependiendo de decisiones improvisadas que solo agravan la crisis. El país necesita visión productiva, no más restricciones que asfixien a quienes generan riqueza y alimentos.
Fuente: Luis Alberto Alpire, economista y Agrometeorólogo