La hipótesis que el fenómeno El Niño, evento atmosférico que provoca el aumento de las temperaturas combinado con períodos de sequía, se debilita, reflejado no solo por las intensas lluvias registradas sobre todo en la segunda quincena de febrero, como por las precipitaciones en marzo y que se efectivizarán principalmente el martes 5, en condición de moderada a fuerte en la mayor parte del departamento con énfasis en el Este. Además que la lluvia llegará al territorio del chaco cruceño donde se requiere humedad suficiente para garantizar el cultivo de la soya, maíz y sorgo, además del choclo como del frejol en la provincia Cordillera, en todo el ciclo vegetativo de la planta hasta su cosecha a fines de abril, habida cuenta de su siembra tardía en enero, por la evidente insuficiencia de agua en el suelo.
La regularidad de las lluvias incluso con la intensidad requerida desde la segunda quincena de febrero, responde al debilitamiento del fenómeno El Niño, reflejado en el último reporte de la Comisión Multisectorial encargada del Estudio Nacional del fenómeno El Niño (Enfen) en el Perú, emitido el pasado viernes 2 de marzo del 2024, ratificando la condición cálido-débil en marzo, y en abril se anticipa un cambio del temperamento del evento atmosférico de cálido a neutral, como también a partir de mayo es más probable que prevalezca las condiciones neutrales.
Esta situación implica que las precipitaciones en marzo y que puedan continuar en parte de abril son auspiciosas, favoreciendo la humedad necesaria en los cultivos hasta su cosecha, generando esperanza en los productores en esta magra campaña de verano, afectada por recurrentes períodos de sequías.
Ante esta situación se hace imperante la necesidad de contar con el evento transgénico HB4 tolerante a la sequía, demanda que insisten los productores hace más de 10 años, lo que hubiera evitado o por lo menos mitigado, por ejemplo, las pérdidas estimadas por Anapo en la actual campaña de verano 2023-2024, que ascienden a 600 Mil TN de soya, originada por la insuficiente humedad del suelo.
Fuente: Luis Alberto Alpire, Economista y Meteorólogo